Sí, todos los que sacaron al "Niño Dios" en la Rosca de Reyes del pasado 6 de enero, este 2 de febrero deben pagar los tamales, y sí, todos disfrutamos de ese mágico momento, pero sabes por qué lo hacemos.
La historia dice que 40 días después de Navidad, la virgen se purificó del nacimiento de su hijo y llevó candelas a la iglesia para que fueran bendecidas y así dar gracias a Dios por la llegada de Jesús a la Tierra. Y es por eso que cada 2 de febrero se va a la iglesia para agradecer.
Ahora, según Arturo Cardoso, sociólogo e historiador de la FES Acatlán, en México el festejo del Día de la Candelaria es una fusión entre la cultura prehispánica, católica y judía que se ha modificado con el pasar de los años.
En la época prehispánica los habitantes de varios poblados llevaban a la iglesia mazorcas (Maíz) con el fin de que estas sean bendecidas para sembrarlas posteriormente y así cumplir con el ciclo agrícola, este proceso o ritual que hacían nuestros antepasados junto con el 2 de febrero que de acuerdo al calendario azteca era el primer día del año y lo celebraban en honor a Tláloc, Chalchiuhtlicue y Quetzalcóatl, todo esto coincidió con el día en que se presentó al Niño Jesús ante el Templo de Jerusalén.
Es de esta manera en que se mezclan las tradiciones indígenas con las españolas y desde eso se empieza a celebrar el día de La Candelaria
Actualmente, el día de la Candelaria se puede celebrar de dos formas distintas:
1.- Haciendo una procesión dedicada a la Virgen acompañada de música y pirotecnia.
2.- Los creyentes presentan a su "Niño Dios" vestidos de diferentes maneras en una misa y después invitan a la celebración en su casa donde se comen tamales.
¿Tamales, pooor?
Los tamales se preparaban desde la época prehispánica para las ofrendas que se hacían a los dioses, estos se hacían y se siguen haciendo a base de maíz. En aquella época era un alimento esencial y por eso esa tradición sigue hasta hoy en día, pero ahora es una ofrenda dedicada a los dioses prehispánicos y al Niño Jesús.