Un granjero se acercó a Buda, teniéndolo por un maestro sabio e instruido para describirle sus muchas dificultades y pedirle consejo sobre cómo resolverlos:
–Maestro, tengo una buena granja, pero a veces hay inundaciones, y otras veces hay sequía, y mis cosechas no crecen tan bien como quisiera. Amo a mi esposa y ella a mí, pero a veces me regaña demasiado. Mis hijos se portan bien, pero demandan mucho de mí y muy a menudo, ¿qué debo hacer?
El Buda miró al granjero con compasión, extendió ambas manos y respondió:
– Lo siento, no puedo ayudarte con esos problemas.
El granjero se sintió atónito por unos momentos y replicó:
– Espera un minuto. La gente habla maravillas de ti en todos los rincones. Vienen a verte buscando consejo para toda clase de cosas, y se van iluminados.
– Lo siento –repitió el Buda– pero no hay nada que pueda hacer para ayudarte. Cada persona en todo momento tiene 83 problemas, y aún si un problema sustituye a otro, la cantidad permanece siempre igual. No puedo ayudarte con los 83 problemas.
– Bien, dime entonces –preguntó el granjero esperando sacar algo en claro de su visita–, ¿con qué sí me puedes ayudar?
– Te puedo ayudar con el problema número 84.