¿Qué te daba miedo cuando eras niño?
Padres e hijos tienen que pasar por todas las etapas en las que se manifiestan los miedos infantiles, son inevitables y hay que saber enfrentarlos, ya que siempre habrá pequeños más impresionables que otros, pero la mayoría de ellos suele superar sus temores de forma natural.
Toma en cuenta que los miedos se superan y/o cambian con la edad, pues evolucionan desde los temores físicos a los interpersonales.
Por ejemplo, a los bebés les asusta fácilmente un ruido fuerte, objetos que se mueven o ven de forma inesperada, así como personas extrañas. Un poco más grandes, niños entre tres y cinco años necesitan dormir con alguna luz encendida porque temen a la oscuridad y entre los seis y los ocho años es común el recelo a seres imaginarios como fantasmas o brujas, pues el desarrollo cognitivo del niño y su capacidad fantasiosa son mayores.
A medida que los niños crecen, surge la preocupación de separarse de sus padres, a los problemas en el colegio o a no ser aceptados por los demás.
Para los padres no siempre es fácil saber cuál es la mejor manera de enfrentarse ellos. Lo que es seguro es que es fundamental tomar en serio a los niños. En su mundo infantil, el miedo a la oscuridad puede ser muy estresante y angustioso. Es necesario que el niño sepa que tiene derecho a sentir temor. No ayudan comentarios como “venga, no llores, que no pasa nada”, ni intentar convencerle de forma racional. Se puede decir al niño que aunque la luz está apagada no va a pasar nada, pero es aconsejable, mientras se da la explicación, consolarle de alguna forma, con abrazos, besos, caricias, etc...
Con información de Psicoactiva