Sucede con frecuencia que uno mismo no es consciente de sus virtudes y mucho menos de los defectos. Si uno mismo es consciente de los defectos, intenta hacer todo lo posible para ponerles remedio.
Un aguatero tenÃa dos grandes vasijas colgando a los extremos de un palo, encima de sus hombros. Una de ellas tenÃa una grieta, en tanto la otra era perfecta, y llegaba completa al final del largo camino desde el arroyo hasta la casa.
La vasija rota llegaba sólo con la mitad del contenido. Por años esto fue asÃ.
La vasija sana estaba muy orgullosa de sus logros, insuperable en aquello para lo que fue creada. La pobre agrietada estaba avergonzada de su imperfección, y se sentÃa miserable pues sólo conseguÃa la mitad de lo que debÃa hacer.
Un dÃa, habló al aguador, diciéndole: –Estoy avergonzada, y quiero disculparme contigo.
–¿Por qué?, preguntó el aguador.
–Debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga, obteniendo la mitad del valor de lo que deberÃas.
Con gran compasión, le respondió: –Cuando regresemos a casa del patrón, quiero que notes las bellÃsimas flores a lo largo del camino.
En efecto, vió muchÃsimas flores hermosas, pero de todos modos se sintió apenada, porque al final sólo llegaba con media carga.
El hombre inquirió: –¿observaste que las flores sólo crecen en tu lado del camino?
Si sabes cuáles son tus grietas, aprovéchalas, ¡no te avergüences de ellas!
¡Siempre he sabido de tus grietas y quise obtener ventaja de ello! ¡siembro semillas de flores a lo largo del camino, del lado en que tú vas, y todos los dÃas las has regado! ¡He podido recogerlas y regalarle cada una de esas flores a mi esposa y mis hijos!Si no fueras como eres, ellos no hubieran recibido tanta belleza.
