12.8 C
Mexico City
viernes, diciembre 6 2024

Escucha Radio Felicidad en

Reflexión: Cambiamos al mundo

- Publicidad -

ACIR Online

Si nosotros mismos hemos podido crear esta sociedad… ¿no tendremos también la fuerza y la autoridad necesarias para cambiar el rumbo?

La conciencia colectiva parece ir despertando ante los nuevos retos que la humanidad deberá afrontar en breve. Así, un nuevo paradigma se hace imprescindible para poder continuar con éxito nuestra aventura como especie, que más que predominar debería comenzar ya a pensar en cuidar y preservar los enormes tesoros que nos han sido legados, siendo la misma vida el primero de ellos. Aun con todo, torcer por cambiar las cosas sigue resultando cosa de unos pocos locos iluminados, aunque con pocas luces a ojos de los demás.

Una pequeña idea con efectos muy grandes.

El otro día tuve una idea bastante divertida. Se trata de un pequeño ejercicio en el cual tendrás que poner a trabajar tu gran imaginación. Sé que, aunque un poco locos, no estamos solos en esta conquista, no violenta, de un mundo mejor.

Entonces imagina que 250 millones de estas personas, cifra bastante conservadora para los 7500 millones que somos ahora en el planeta, deciden al unísono contagiar esta dichosa locura a una única persona cada uno: en un solo instante ya seríamos 500 millones abogando por algo mejor. Si, a continuación, esos 500 millones repiten el ejercicio y ya seríamos 1000 millones. Luego 2000, 4000 y finalmente alcanzaríamos a toda la población mundial. Visto así, no parece tan difícil, ¿verdad? ¿Y por qué no lo hacemos?

Realmente pudiera parecer que nuestra fuerza como individuos se disipa entre tanta adversidad, pero hay un cosa que estamos olvidando. Y es que todos necesitamos sentirnos mejor y un buen lugar para poder estarlo, y sólo tenemos una única vida y un único planeta. Si hay que hacer algo, que lo hay y mucho, debe ser aquí y ahora, sin dilación ni demora. Y si, en este caso, necesidad es igual a fuerza… tenemos toda la del mundo.

Qué nos venza la apatía. 

Sin embargo, lo que se contagia como la pólvora es la apatía, la desilusión, la impotencia… Y todo porque cedemos nuestro auténtico poder a aquellos a quienes regalamos el rumbo de nuestras vidas. Los gobiernos no hacen buenos ciudadanos; en todo caso será una buena ciudadanía la que pueda ser capaz de encontrar los mecanismos adecuados para la gestión de sus muchos quehaceres.

Mientras nos dividimos argumentado a favor de fronteras inventadas por la historia, mientras seguimos encontrando excusas en este o aquel color, mientras sigamos construyendo nuestra identidad sobre artificios arbitrarios… nuestros hermanos y hermanas, pues todos los somos, seguirán sufriendo aquí y allá. Igual que nosotros, que veremos cómo nuestra capacidad para aportar se ve cada vez más reducida. Reclamar la utopía, esforzarnos por hacerla realidad, es una obligación, máxime cuando ya vivimos inmersos en plena distopía.

La futilidad de un acto apenas radica en llevarlo a término sin la debida convicción y esperanza; sin estos ingredientes toda gesta queda vacía de contenido y poder. Y eso mismo parece suceder con nuestro planteamiento social actual: no nos lo terminamos de creer. Pero nos tiene absortos, idiotizados y sumidos en la más profunda inopia.

Resulta que nuestra indecisión, nuestra sensación de falta de poder o nuestro esperar a estar individualmente preparados para afrontar este reto colectivo relegan a miles de millones de personas a una existencia insuficiente en todos los sentidos. Nuestra falta de acción les impide medrar y allí donde nosotros pudiéramos sentirnos maniatados ellos se sienten totalmente desmembrados.

¡Tú tienes el poder!

Ya vivimos muy bien en nuestra parte del pastel, tanto como para afrontar con verdadero valor y ahínco los problemas globales que nuestra propia actitud genera a gran escala. Y no, no se trata de cargarse el peso del mundo a las espaldas. Apenas es cuestión de no dejar que otros lo carguen injustamente.

Tu poder es todo tuyo, como tuya es la libertad y la responsabilidad de enfocarlo en aquello que tú consideres más oportuno. ¿Te animas a experimentar con él? ¿Te animas a ponerte a prueba? Estoy seguro de que te sorprenderás cuando dejes aflorar de verdad tus magníficas cualidades.

Autor: Abel García Arcas
- Publicidad -

Radio Felicidad en iHeartRadio